domingo, 26 de junio de 2011

Ritualidad y LGBT

La ley de Igualdad de Matrimonio aprobada ayer día 26 de junio por el senado del estado de Nueva York a través de la cual se permiten y regulan los matrimonios entre personas del mismo sexo nos hace volver la vista atrás y nos invita a una profunda reflexión…

Mucho tiempo ha pasado desde que en aquel junio de 2005 se aprobara en España una ley similar. A día de hoy poco progreso ha habido en el resto del mundo a este respecto. Es normal la indignación, palabra ahora tan de moda, de todos los colectivos LGBT mundiales. Tanto en Europa como en Norteamérica no son más que media docena de estados los que a través de valientes y humanas leyes permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo. Lo que a estas alturas a nosotros nos parece normal, con el permiso de los colectivos ultra católicos, en otros países son todavía fuente de numerosos conflictos. Los colectivos LGBT han de seguir en lucha una buena temporada hasta que se consiga que, lo que en unos países es un acto consecuente y de justicia, en otros todavía siga siendo una entelequia. Ni nombrar queremos a esos países en los que esta cuestión todavía se dirime en los púlpitos antes que en los escaños y su transgresión se paga incluso con la vida…

En lo que a nosotros compete y desde 2005 modestos pasos se han dado para que las diferentes instituciones públicas se hayan adaptado a las nuevas necesidades que esa ley generó. Los juzgados y los ayuntamientos han ido gestionando lenta y paulatinamente, a medida que las solicitudes los iban desbordando, espacios y ritos para atender la demanda ceremonial que comenzó a surgir desde los diferentes colectivos humanos que por una u otra razón no pueden o no quieren acceder a los ritos establecidos en nuestras costumbres (nos referimos a los religiosos, por supuesto). Entre ellos cabe destacar el colectivo de personas separadas o divorciadas, que si por la Iglesia fuera tendrían vetada incluso la entrada en el propio templo. El colectivo cada vez más amplio de no creyentes, de indiferentes, e incluso de no practicantes que desean optar a ritos laicos antes que a los religiosos; no olvidemos que una encuesta realizada en el lejano 2008 reflejaba que apenas un 29% de los españoles se declaran cristianos practicantes y el I.N.E. certificaba que en 2010, por primera vez en la historia de este país, las ceremonias civiles superaron a las religiosas. Y no podemos olvidar el colectivo LGBT, protagonistas de este post, y al que tanto le ha costado acceder al “mercado” ceremonial. Y prácticamente hablamos nada más que de bodas, los nacimientos no se celebran civilmente nada más que en un puñado de ayuntamientos, y del resto de ceremonias ya ni hablamos…

Ahora empresas como la nuestra, conocedoras de estas realidades y sensibles a sus necesidades, damos comienzo una nueva etapa en este país en la cual la empresa privada se sitúa en ese espacio vacío entre las conocidas y aburridas ceremonias religiosas tradicionales y las impersonales y descoloridas ceremonias civiles. Se trata por fin de celebrar el amor, la alegría, la vida y hacerlo de manera acorde al sentir de nuestros corazones y dando rienda suelta a nuestra libertad de expresión, a nuestra creatividad y a nuestros sueños. Debemos sentirnos libres a la hora de expresar nuestras decisiones y la manera en la que lo hemos de hacer.

Ceremonias Alternativas, empresa pionera en Galicia, diseña y celebra no sólo ritos laicos de creación propia sino que revive y readapta la tradición celta a través de la cual nuestros ancestros celebraban sus ritos de paso. No sólo los momentos importantes por excelencia como lo son las bodas y los natalicios (ritos de bienvenida a la vida o imposición de nombre), que existen desde que el hombre es hombre, antes incluso del sentir religioso. Sino también aquellos ritos que han sido absorbidos por las distintas religiones; como el paso a la adolescencia (comunión), el paso a la edad adulta (confirmación) e incluso los ritos fúnebres.

Ha llegado el momento de optar por esta nueva manera de expresar los momentos importantes de nuestra vida. Nuestros ritos de paso (de cambio) hemos de sentirlos hermosos, solemnes y sagrados independientemente de nuestro sentir religioso.

Fernando Rivadulla

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